Cuando el presidente Felipe Calderón dice que la economía mexicana va viento en popa y el gobernador del Banco de México Agustín Carstens señala que “tenemos” más de 200 mil millones de dólares de reserva, se me revuelve el estómago y me dan ganas de gritarles en su cara: ¿¡en qué carajos de país viven!? ¡¿Qué no ven las condiciones en que vive la gente!?
O heredaron el país creado por Fox, Foxilandia, o de plano están ciegos.
¿No se darán cuenta de la realidad o sus “asesores” harán como en el cuento del rey, al que engañaban pintándole todo bonito?
Todo es cuestión de que salgan a las calles sin vendas en los ojos para que vean que en cada esquina hay “marías”, invidentes, “dragones”, minusválidos y hasta ancianos, jóvenes y niños pidiendo limosna.
Ahora, ¿para qué queremos una reserva de 200 mil millones de pesos, como presume Carstens —que en realidad, es poca— cuando la gente está padeciendo hambre y cada día crece el número de miserables en México.
¿Por qué mejor no invierten en obra pública y crean más fuentes de empleo, que es lo que la gente necesita?
Pero, desde Los Pinos o las lujosas oficinas del Banco de México, todo es bonito.
¡Viva México!